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En un mundo cada vez más automatizado y digitalizado, hay un tipo de trabajo que no solo resiste a la robotización, sino que cobra más importancia con cada año: el trabajo de cuidar. Este tipo de empleo, tradicionalmente invisibilizado y poco valorado, es el corazón de lo que se conoce como la economía del cuidado.
Según el Future of Jobs Report 2025 del World Economic Forum, el cuidado de personas será una de las áreas con mayor crecimiento de empleo a nivel mundial antes de 2030. La razón es clara: el envejecimiento poblacional, el aumento de la esperanza de vida, la urbanización y el avance de nuevas enfermedades (como las neurodegenerativas) están disparando la demanda de servicios de atención, salud y bienestar personal.
En este nuevo contexto laboral, la economía del cuidado no es solo una necesidad humana: es una oportunidad económica y social que redefinirá el valor del trabajo y el rol del ser humano en un mundo dominado por la tecnología.
¿Qué es la economía del cuidado?
La economía del cuidado abarca todos los trabajos —remunerados o no— relacionados con el sostenimiento de la vida: atender a personas dependientes, criar niños, acompañar a mayores, ofrecer apoyo emocional, cuidar la salud mental, cocinar, limpiar, apoyar en el hogar.
Este trabajo ha sido históricamente feminizado y muchas veces excluido del PIB y de los indicadores económicos tradicionales. Sin embargo, sin este tipo de empleo, ninguna sociedad podría funcionar. Es la base invisible sobre la que se sostiene toda productividad.
Hoy, con una visión más integral del bienestar, los organismos internacionales, gobiernos y empresas están empezando a reconocer el enorme peso económico y estratégico de este sector.
Por qué será uno de los motores de empleo del futuro
El informe del WEF identifica al sector del cuidado como uno de los pocos donde la automatización no puede sustituir completamente al factor humano. Ni los robots más avanzados pueden replicar el tacto, la empatía o la comprensión emocional necesarias en tareas como:
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Acompañar a un anciano en situación de dependencia.
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Calmar a un niño en una guardería.
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Apoyar a una persona con discapacidad intelectual.
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Brindar cuidados paliativos a un enfermo terminal.
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Proteger la salud mental de un paciente vulnerable.
Además, el envejecimiento demográfico es imparable:
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Para 2030, se estima que más del 25% de la población europea será mayor de 65 años.
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En Japón, la cifra ya supera el 30%.
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En América Latina, el envejecimiento es más reciente pero avanza rápidamente.
Esto significa que millones de personas mayores requerirán atención y cuidados personalizados en las próximas décadas.
¿Qué tipos de trabajos incluye la economía del cuidado?
Existen tanto empleos formales como informales. Algunos de los perfiles más comunes —y con mayor proyección de futuro— son:
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Auxiliares de geriatría
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Cuidadores domiciliarios
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Enfermeros/as
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Terapeutas ocupacionales
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Educadores infantiles
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Acompañantes terapéuticos
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Técnicos sociosanitarios
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Psicólogos y orientadores familiares
Además, está creciendo una nueva categoría de profesionales que combinan tecnología y cuidado, como:
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Coordinadores de teleasistencia.
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Especialistas en plataformas de seguimiento médico a distancia.
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Diseñadores de experiencias para personas dependientes.
El reto: dignificar y profesionalizar el cuidado
Uno de los grandes desafíos es que, aunque estos trabajos son esenciales, siguen estando infravalorados y mal remunerados. Muchas personas cuidadoras trabajan en condiciones precarias, sin derechos laborales completos, con jornadas extensas y salarios bajos.
Para que el cuidado se convierta realmente en un motor de empleo sostenible, se necesita:
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Reconocimiento profesional. Equiparar estos empleos a otros sectores en términos de estatus y respeto social.
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Formación técnica y emocional. Incluir itinerarios educativos que preparen para los retos específicos del cuidado humano.
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Salarios dignos. Ajustar la retribución al valor real y la responsabilidad que conlleva este trabajo.
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Apoyo emocional y psicosocial. Cuidar a quien cuida, con servicios de acompañamiento y descanso.
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Formalización del empleo. Integrar a quienes trabajan en negro o sin contrato en el circuito laboral oficial.
La economía del cuidado como palanca de igualdad
Invertir en este sector también tiene un impacto directo en la igualdad de género. Históricamente, las mujeres han asumido el 70-80% de los trabajos de cuidado no remunerados, limitando su acceso al mercado laboral, su desarrollo profesional y su independencia económica.
Cuando los estados y empresas reconocen el valor del cuidado y generan empleo formal en este sector, liberan a millones de mujeres para acceder a otras oportunidades. Además, promueven una redistribución más equitativa de las responsabilidades entre géneros.
¿Qué están haciendo los países líderes en este ámbito?
Algunas iniciativas destacadas a nivel internacional:
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Canadá ha lanzado programas para formar 50.000 nuevos trabajadores de cuidado en 5 años.
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Suecia invierte el 3% de su PIB en servicios de cuidado y bienestar social.
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Uruguay creó el Sistema Nacional Integrado de Cuidados, que reconoce este trabajo como un pilar del estado de bienestar.
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España ha incluido la economía del cuidado en su Agenda 2030, con especial foco en la profesionalización del sector.
Además, cada vez más startups están innovando en este campo con tecnología aplicada al cuidado: apps de seguimiento médico, plataformas de coordinación entre familias y cuidadores, dispositivos de asistencia inteligente…
Nuevas oportunidades para jóvenes y personas sin experiencia previa
El sector del cuidado es ideal para quienes buscan una salida laboral rápida, con sentido social y sin necesidad de estudios universitarios largos. A través de cursos técnicos, certificados profesionales o bootcamps sociosanitarios, es posible acceder a empleo en pocos meses.
Además, es un sector menos expuesto a la automatización, con alta estabilidad y posibilidad de crecimiento vertical: muchos comienzan como cuidadores y terminan coordinando equipos, gestionando residencias o liderando centros comunitarios.
Conclusión: cuidar será uno de los grandes trabajos del siglo XXI
Lejos de ser un sector residual, la economía del cuidado está emergiendo como uno de los pilares del empleo del futuro. Frente a un entorno laboral dominado por la tecnología, el cuidado pone el acento en lo humano, en lo relacional y en lo que realmente sostiene nuestras sociedades.
Invertir en el cuidado es invertir en salud, en bienestar, en cohesión social y en justicia. Y hacerlo bien implica reconocer que este trabajo no es solo necesario: es valioso, estratégico y digno.
En un mundo donde los algoritmos pueden reemplazar muchas funciones, cuidar seguirá siendo una tarea insustituible. Por eso, quienes elijan este camino no solo tendrán empleo: tendrán un propósito.
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