Neurogastronomía: la ciencia detrás de por qué disfrutamos (o no) la comida

Neurogastronomía: qué es y cómo nos influye

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¿Alguna vez te has preguntado por qué ciertos sabores te resultan irresistibles mientras que otros te desagradan sin razón aparente? ¿O por qué el mismo plato sabe distinto si lo comes en casa o en un restaurante? La respuesta está en una disciplina emergente que en 2025 está ganando cada vez más protagonismo: la neurogastronomía.

Esta rama de la ciencia, que une la neurociencia, la psicología, la biología sensorial y la cocina, estudia cómo el cerebro interpreta lo que comemos, y cómo factores externos como el entorno, la emoción o la presentación del plato influyen en nuestra experiencia gastronómica.

¿Qué es la neurogastronomía?

El término fue acuñado por el neurocientífico Gordon M. Shepherd, quien propuso que el sabor no es solo una propiedad del alimento, sino una construcción del cerebro. Según esta perspectiva, lo que percibimos como sabor es el resultado de una compleja interacción entre:

  • El gusto (dulce, salado, amargo, ácido, umami)

  • El olfato (hasta un 80 % del sabor es aroma)

  • La textura y temperatura

  • El entorno (ruido, luz, compañía)

  • La emoción y el recuerdo

En otras palabras, no comemos solo con la boca, sino también con la mente.

Cómo afecta el cerebro a lo que sentimos en la boca

En 2025, numerosos estudios han demostrado que el cerebro puede modificar la percepción del sabor según el contexto. Por ejemplo:

  • El mismo vino sabe más caro si se sirve en una copa elegante que en un vaso de plástico.

  • El chocolate resulta más amargo si se consume en un entorno ruidoso.

  • Un postre es más satisfactorio si lo acompaña una historia emocional que lo conecta con la infancia.

El cerebro está programado para asociar sabores con experiencias previas. De ahí que muchos sabores “gusten más” si están ligados a recuerdos positivos, o generen rechazo si se vinculan a momentos desagradables.

Aplicaciones prácticas de la neurogastronomía

La neurogastronomía ya no es solo una curiosidad científica: está transformando múltiples sectores.

1. Restauración y alta cocina
Chefs como Ferran Adrià, Heston Blumenthal o Andoni Luis Aduriz han incorporado técnicas de estimulación multisensorial para crear experiencias únicas: sonidos del mar para acompañar mariscos, olores ambientales que anticipan el sabor, cambios de iluminación para realzar la percepción.

2. Alimentación hospitalaria y geriátrica
Conociendo cómo funciona el cerebro ante la comida, se pueden crear platos más atractivos para pacientes con problemas de apetito o sentido del gusto, como personas mayores o convalecientes. Cambiar el color del plato o introducir sonidos asociados con el bienestar puede mejorar la alimentación.

3. Industria alimentaria
Las marcas aplican estos principios al diseño de envases, publicidad o texturas. Por ejemplo, el crujido de una patata frita influye en la percepción de frescura y sabor más de lo que creemos.

4. Educación alimentaria
En escuelas, se empieza a enseñar a los niños a identificar emociones y sensaciones asociadas con los alimentos, fomentando una relación más consciente con la comida.

¿Y en casa? Cómo aplicar la neurogastronomía a tus comidas

No hace falta ser un chef de vanguardia para beneficiarse de los descubrimientos de la neurogastronomía. Aquí tienes algunos consejos sencillos:

  • Cuida la presentación: un plato bonito estimula el apetito y mejora la percepción del sabor.

  • Usa música: sonidos suaves o familiares pueden aumentar el placer de comer.

  • Evita distracciones: comer viendo la televisión o revisando el móvil reduce la conciencia del sabor.

  • Juega con los colores: ciertos colores activan el apetito (rojo, amarillo), otros lo reducen (azul, gris).

  • Asocia rituales positivos: encender una vela o usar una vajilla especial puede activar recuerdos y emociones que enriquecen la experiencia.

Neurogastronomía y salud

También hay una dimensión terapéutica. Entender cómo el cerebro interpreta la comida puede ayudar en tratamientos para:

  • Trastornos alimentarios (anorexia, bulimia)

  • Pérdida de apetito en tratamientos oncológicos

  • Ansiedad por la comida o ingesta emocional

  • Reeducación del gusto tras enfermedades

Los nutricionistas están comenzando a colaborar con psicólogos y neurólogos para diseñar dietas que tengan en cuenta tanto lo nutricional como lo sensorial y emocional.

Un futuro multisensorial

La neurogastronomía no solo se centra en lo que comemos, sino en cómo lo experimentamos. En el futuro cercano, los restaurantes podrían personalizar menús basados en análisis cerebrales, o ajustar sabores en tiempo real según la emoción del comensal. Las experiencias gastronómicas virtuales, con realidad aumentada y estimulación sensorial, también están en desarrollo.

Conclusión

La neurogastronomía nos recuerda que comer es mucho más que alimentarse: es una experiencia completa que involucra todos los sentidos, nuestras emociones y nuestra memoria. En un mundo cada vez más consciente de la salud y el bienestar, entender cómo el cerebro interpreta los alimentos puede ayudarnos a comer mejor, disfrutar más y cuidarnos con inteligencia.

En 2025, comer bien también significa entender cómo funciona nuestra mente a la hora de saborear.

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