Estilo de vida “low-tech”: la tendencia que apuesta por tecnología simple y relaciones más reales

Qué es la Lowtech o Tecnología de Bajo Nivel? | El Mandala

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En un mundo donde la innovación tecnológica parece avanzar sin límites, con inteligencia artificial, realidad aumentada, big data o metaversos, un movimiento mucho más silencioso está ganando fuerza: el low-tech, o tecnología baja.

No se trata de rechazar la tecnología, sino de usar solo aquella que sea necesaria, comprensible y sostenible, y hacerlo al servicio de la vida cotidiana, no al revés. El estilo de vida low-tech propone reducir la complejidad tecnológica en favor de la simplicidad, la durabilidad y el contacto humano.

En este artículo exploramos qué es exactamente el movimiento low-tech, cómo se aplica en distintas áreas de la vida, por qué cada vez más jóvenes y adultos lo adoptan, y cómo puede integrarse incluso en ciudades como Segovia.

¿Qué significa vivir “low-tech”?

El concepto “low-tech” (baja tecnología) no implica vivir sin tecnología, sino hacerlo con criterio, consciencia y límites claros. Se basa en:

  • Preferir herramientas duraderas, reparables y de bajo consumo

  • Evitar la obsolescencia programada

  • Rechazar la dependencia de sistemas que no se entienden o que generan más problemas que soluciones

  • Valorar la tecnología artesanal, mecánica, analógica o tradicional cuando es suficiente

El low-tech puede aplicarse tanto a objetos como a estilos de vida, formas de trabajo, construcción, movilidad o alimentación.

¿Por qué está creciendo esta tendencia?

1. Fatiga tecnológica

Muchas personas sienten agotamiento ante la complejidad creciente de la vida digital: actualizaciones constantes, dependencia del móvil, pérdida de tiempo, falta de privacidad.

2. Crisis climática

El desarrollo tecnológico desmedido tiene un coste ambiental enorme. El movimiento low-tech busca soluciones sostenibles que consuman menos recursos.

3. Deseo de autonomía

Arreglar tu propia bici, cultivar tu huerto, saber usar herramientas simples genera sentido de control, autosuficiencia y satisfacción personal.

4. Crítica a la hiperconexión

El estilo low-tech valora la desconexión digital como forma de reconexión social y personal.

5. Búsqueda de equilibrio

No se trata de volver al pasado, sino de elegir qué tecnologías usamos y por qué, no adoptarlas todas automáticamente.

¿Cómo se aplica el estilo de vida low-tech?

Tecnología y electrodomésticos

  • Preferencia por dispositivos que puedan repararse y durar muchos años

  • Uso de herramientas manuales cuando son igual de eficaces (ej: molinillo manual de café, libreta en vez de app de tareas)

  • Sustitución del smartphone por móviles básicos o sin acceso a redes sociales

  • Reducción drástica del consumo eléctrico innecesario

Transporte

  • Uso prioritario de bicicletas, transporte público o caminar

  • Promoción de vehículos eléctricos sencillos o movilidad compartida

  • Rechazo del coche privado como centro de la vida diaria

Vivienda y construcción

  • Casas que priorizan materiales naturales, eficiencia térmica y diseño pasivo

  • Tecnología solo donde mejora realmente la vida (aislamiento antes que domótica compleja)

  • Reciclaje de materiales y autoproducción

Alimentación

  • Consumo de productos locales y de temporada

  • Cocinar con métodos tradicionales (vapor, horno, fermentación)

  • Minimizar electrodomésticos superfluos

  • Cultivo propio, huertos urbanos o cooperativas de alimentos

Educación y ocio

  • Lectura en papel, juegos de mesa, actividades al aire libre

  • Aprendizaje manual: carpintería, costura, cultivo, reparación

  • Participación en redes de intercambio de saberes tradicionales

¿Qué valores defiende esta filosofía?

  • Simplicidad

  • Durabilidad

  • Reparabilidad

  • Comprensión

  • Autonomía

  • Sobriedad

  • Equidad

  • Respeto al entorno

Es una forma de vivir menos centrada en el consumo y más en la relación entre personas, objetos y naturaleza.

¿Quién está impulsando el movimiento low-tech?

  • Jóvenes ecologistas y estudiantes desencantados con la tecnología extractiva

  • Diseñadores industriales que apuestan por objetos duraderos y sin obsolescencia

  • Artesanos contemporáneos que revalorizan oficios manuales

  • Ingenieros críticos que proponen soluciones simples frente a problemas complejos

  • Ciudadanos que desean vivir más lento y en contacto con su entorno

¿Y en ciudades como Segovia?

Segovia tiene un potencial ideal para convertirse en un laboratorio vivo de vida low-tech:

  • Escala pequeña, donde se puede caminar a casi todos lados

  • Patrimonio arquitectónico construido antes de la era del automóvil

  • Amplia red de huertos urbanos y espacios comunitarios

  • Comercio local que puede priorizar productos reparables y duraderos

  • Una cultura que valora lo artesanal, lo manual, lo humano

Ejemplos de acciones locales posibles:

  • Talleres municipales de reparación de electrodomésticos

  • Red de trueque y bancos del tiempo

  • Fomento del transporte en bici por barrios

  • Incentivos para construcción de viviendas bioclimáticas

  • Ferias de tecnologías sencillas y sostenibles

  • Rutas educativas sobre saberes tradicionales: calderería, alfarería, bordado, carpintería…

¿Hay contradicciones o riesgos?

Sí. El low-tech no es un dogma, ni puede aplicarse de forma absoluta. Algunos puntos a tener en cuenta:

  • Puede percibirse como “retroceso” si no se comunica bien

  • No todas las personas tienen el tiempo o las habilidades para aplicarlo

  • Debe convivir con tecnologías útiles que mejoran vidas (medicina, energía limpia, conectividad para educación…)

Por eso, el low-tech no es una guerra contra la tecnología, sino una llamada a la tecnología justa, útil y al servicio de lo humano.

Conclusión

El estilo de vida low-tech es una tendencia que crece silenciosamente, pero con una fuerza profunda. No propone vivir sin tecnología, sino usar solo la necesaria, de forma sencilla, comprensible y respetuosa con el planeta.

En tiempos de crisis ecológica, fatiga digital y pérdida de vínculos sociales, apostar por lo simple, lo local y lo humano puede ser la decisión más revolucionaria y sensata.

Ciudades como Segovia tienen todo para abrazar este cambio: su escala, su patrimonio, su comunidad. Solo hace falta creer que el futuro también puede construirse con herramientas sencillas, manos humanas y decisiones conscientes.

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