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Desde el año 2023, la implantación de Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) en ciudades medias y pequeñas de España ha sido una exigencia legal derivada de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética. Segovia, como municipio de más de 50.000 habitantes, tuvo que adaptar su planificación urbana para cumplir con la normativa y responder a los desafíos medioambientales actuales. En 2025, ya se pueden observar los efectos concretos de estas medidas en la vida cotidiana de residentes y visitantes.
Este artículo repasa los principales cambios que ha experimentado la movilidad urbana en Segovia desde la entrada en vigor de las ZBE, analizando sus beneficios, controversias y retos pendientes.
¿Qué son las Zonas de Bajas Emisiones?
Las Zonas de Bajas Emisiones son áreas delimitadas del núcleo urbano donde se restringe el acceso de vehículos contaminantes, con el objetivo de reducir la polución atmosférica y fomentar medios de transporte sostenibles. En la práctica, esto significa que ciertos vehículos —principalmente los de gasolina y diésel antiguos sin etiqueta ambiental— no pueden circular o estacionar en esas zonas.
Segovia delimitó su ZBE principal en torno al casco histórico, incluyendo zonas clave como la Plaza Mayor, el entorno del Acueducto y parte del barrio de San Millán.
Cambios más visibles en el centro urbano
Uno de los efectos más evidentes ha sido la reducción del tráfico rodado en el casco antiguo. Los vehículos sin distintivo ambiental tienen prohibida la entrada, y los residentes deben registrarse para poder circular si su coche cumple con los requisitos.
Además:
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Se ha limitado el horario de carga y descarga a franjas muy concretas.
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Se han eliminado plazas de aparcamiento tradicionales, sustituidas por zonas peatonales o para bicicletas.
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Se han instalado sensores y cámaras para controlar los accesos en tiempo real.
Todo ello ha transformado notablemente el ambiente del centro histórico, que ahora presenta una mayor tranquilidad, menos ruido y una mejora visible en la calidad del aire.
Impacto en la ciudadanía
Las reacciones han sido variadas. Muchos vecinos y comerciantes valoran positivamente el nuevo modelo, especialmente en lo que respecta a la salud ambiental y la comodidad para caminar por el centro. Sin embargo, también ha habido críticas, principalmente por parte de:
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Comerciantes que argumentan que ha bajado la afluencia de clientes en coche.
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Personas mayores que denuncian dificultades para desplazarse o recibir visitas.
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Taxistas y repartidores que deben adaptarse a rutas más largas o complicadas.
El Ayuntamiento de Segovia ha intentado suavizar la transición con medidas como:
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Subvenciones para la compra de vehículos eléctricos o híbridos.
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Creación de nuevas líneas de autobús urbano con frecuencias más altas.
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Aparcamientos disuasorios gratuitos a las afueras del casco antiguo.
Evolución del transporte público y alternativo
Uno de los objetivos de las ZBE es fomentar el uso del transporte público. En Segovia, esto se ha traducido en:
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La ampliación del servicio de autobuses urbanos, con vehículos menos contaminantes.
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La modernización de paradas con información en tiempo real.
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La instalación de más puntos de alquiler de bicicletas eléctricas.
En paralelo, el uso de patinetes eléctricos —aunque no exento de polémica— se ha multiplicado, y cada vez más residentes combinan medios sostenibles en su rutina diaria.
Resultados medioambientales
Aunque es pronto para evaluar los efectos a largo plazo, los primeros estudios locales muestran una reducción del 18% en las emisiones de dióxido de nitrógeno (NO₂) en las zonas afectadas por la ZBE. Además:
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Se ha registrado una menor temperatura urbana en los meses de verano debido a la disminución del tráfico y la ampliación de zonas verdes.
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Los niveles de ruido han descendido entre un 25 y un 30% en las horas punta.
Estos resultados refuerzan la idea de que las ZBE no son solo una medida legal, sino una herramienta útil para mejorar la calidad de vida en ciudades con alta densidad patrimonial y turística como Segovia.
Retos pendientes y próximas fases
A pesar del balance positivo, todavía quedan aspectos por mejorar:
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Integrar mejor las rutas del transporte público con los núcleos rurales y barrios más alejados.
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Resolver los conflictos entre peatones y usuarios de vehículos de movilidad personal (patinetes, bicicletas).
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Reforzar la infraestructura de recarga para vehículos eléctricos, especialmente en zonas residenciales.
El Ayuntamiento ya estudia extender el modelo de ZBE a otras áreas sensibles de la ciudad y aumentar las restricciones a medida que se renueve el parque móvil.
Conclusión
La implantación de las Zonas de Bajas Emisiones en Segovia ha supuesto un cambio profundo en la movilidad urbana, en la manera de relacionarse con el centro histórico y en la mentalidad de los ciudadanos sobre cómo moverse de forma más sostenible.
Aunque no está exenta de polémica, esta transformación representa un paso decidido hacia una ciudad más saludable, moderna y coherente con los retos climáticos del siglo XXI. Lo que hace apenas unos años parecía impensable, en 2025 ya forma parte del día a día segoviano.
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