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El Acueducto de Segovia es, sin duda, el símbolo más icónico de la ciudad. Construido por los romanos hace casi dos mil años, este monumento se ha convertido en un emblema nacional e internacional. Sin embargo, más allá de su imponente silueta y su historia general, existen secretos y curiosidades que escapan al ojo del turista promedio y que no suelen aparecer en las guías convencionales.
Una de las particularidades menos conocidas del acueducto es que no está cementado. Las 167 arquerías que lo componen, muchas de ellas de doble piso, se sostienen por el mero peso de sus piedras, encajadas con una precisión milimétrica. Este método de construcción, basado en la técnica romana del “opus quadratum”, demuestra no solo la pericia técnica de los ingenieros romanos, sino también el conocimiento avanzado de las leyes físicas y la gravedad que manejaban.
Otro detalle sorprendente es que el acueducto estuvo en uso hasta el siglo XIX, lo que significa que durante casi 1800 años cumplió su función original: transportar agua desde el manantial de la Fuenfría hasta la ciudad de Segovia, recorriendo aproximadamente 15 kilómetros. El agua llegaba a una cisterna llamada el “Caseron” y de allí se distribuía a través de canales y otras conducciones hacia las fuentes públicas y los hogares.
La leyenda también juega un papel importante en la historia del acueducto. Una de las más populares es la del diablo que construyó el acueducto en una sola noche para conquistar el alma de una joven sirvienta. Cansada de subir agua cada día desde la fuente, pidió ayuda al demonio, que le prometió terminar la obra antes del amanecer. Sin embargo, una oración de la joven hizo que el gallo cantara antes de tiempo, frustrando al diablo, que dejó una piedra sin colocar. Esa piedra, según la leyenda, permanece suelta hasta el día de hoy.
El acueducto también ha sufrido momentos críticos. Durante la invasión musulmana y más tarde en la Guerra de la Independencia, partes de la estructura fueron dañadas. No fue hasta el siglo XV cuando los Reyes Católicos ordenaron una restauración significativa, devolviéndole su majestuosidad. De hecho, es en esa época cuando se construyó el nicho central con las imágenes de la Virgen y San Sebastián, que actualmente se pueden observar desde la plaza del Azoguejo.
En el ámbito arqueológico, aún hoy se siguen descubriendo aspectos sobre el sistema hidráulico del acueducto. Recientes estudios geológicos han identificado posibles ramificaciones subterráneas del canal principal, lo cual sugiere que la red hídrica romana era más compleja de lo que se pensaba. También se ha detectado que algunos tramos de la canalización utilizaban sistemas de decantación para limpiar el agua antes de llegar al centro urbano, un indicio más de la sofisticación técnica romana.
Un aspecto que suele pasar desapercibido es la relación del acueducto con el trazado urbano. La ciudad fue creciendo en torno a este monumento, y aún hoy muchas calles y edificios mantienen una disposición que parece rendir homenaje a la presencia del acueducto. No es casualidad que las vistas más espectaculares del monumento se den desde calles estrechas que terminan justo frente a sus arcos: una planificación que buscaba el impacto visual y simbólico.
La iluminación nocturna del acueducto es también parte de su encanto moderno. Cada noche, un sistema de luces cuidadosamente instalado resalta los contornos de sus arcos y proyecta una imagen mágica sobre la piedra granítica. Este sistema fue renovado en 2005 con tecnología LED para mejorar la eficiencia energética y minimizar el impacto sobre la estructura.
Además de su valor arquitectónico e histórico, el acueducto ha sido fuente de inspiración para artistas, escritores y cineastas. Ha aparecido en múltiples obras literarias, desde Benito Pérez Galdós hasta autores contemporáneos. También ha sido escenario de rodajes y de festivales culturales que buscan vincular la tradición con la modernidad.
Desde el punto de vista técnico, el mantenimiento del acueducto es una labor constante. Cada cierto tiempo se realizan estudios estructurales para asegurar que la estabilidad de las piedras no se vea comprometida. Se han utilizado técnicas como el escaneo láser 3D y la fotogrametría para detectar desplazamientos milimétricos y actuar con antelación.
La visita al acueducto es gratuita, y aunque muchos turistas se limitan a verlo desde la plaza del Azoguejo, es recomendable subir hasta el mirador de la calle San Juan para apreciar su magnitud desde otro ángulo. Asimismo, el Centro de Interpretación del Acueducto, ubicado cerca del Postigo del Consuelo, ofrece una experiencia interactiva para entender mejor la historia y el funcionamiento de esta maravilla de la ingeniería.
Por último, cabe destacar que el acueducto no solo pertenece a Segovia, sino al mundo entero. En 1985 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, lo que garantiza su protección y conservación para las futuras generaciones. A través de este monumento, no solo se conecta el pasado con el presente, sino que se demuestra cómo una obra humana puede resistir al tiempo, a las guerras y al olvido.
Conocer el acueducto de Segovia a fondo es más que una visita turística: es una inmersión en la historia, la técnica, la cultura y las emociones que han dado forma a esta ciudad. Así, el viajero curioso que se detenga a mirar más allá de los arcos descubrirá que, como toda gran obra, el verdadero valor del acueducto reside en los detalles que no siempre se ven a simple vista.
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