Verano global 2025: cómo viven el calor, el turismo y los desafíos los principales países del mundo

El verano de 2025 en Europa apunta a ser dinámico: comienzo lluvioso y alto riesgo de olas de calor en meses centrales

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El verano de 2025 no solo ha sido intenso en España, sino que también ha dejado su huella en muchas otras partes del mundo. A medida que las temperaturas aumentan y el turismo se recupera con fuerza tras años de pandemia y ajustes económicos, distintos países enfrentan realidades muy diversas. Desde las olas de calor extremo en Estados Unidos y Europa hasta la reinvención turística de algunas naciones del sudeste asiático o las nuevas tensiones políticas que se intensifican en América Latina, el verano ha sido un termómetro de las dinámicas globales.

Este artículo explora cómo diferentes países han vivido la temporada estival en 2025, centrándose en fenómenos climáticos, transformaciones sociales, flujos turísticos y estrategias económicas.

Francia e Italia: entre el turismo de élite y el descontento social

En Europa Occidental, Francia e Italia han experimentado un aumento notable del turismo, especialmente en regiones costeras y zonas rurales. París, Roma, Florencia, la Costa Azul y la Toscana han vuelto a llenarse de visitantes internacionales, con una fuerte presencia de turistas procedentes de Estados Unidos, China y Alemania.

Sin embargo, el crecimiento turístico ha coincidido con olas de calor sin precedentes, que han afectado a zonas urbanas y rurales. En Francia, se registraron temperaturas de hasta 44 °C en Burdeos y Lyon. Italia vivió jornadas sofocantes en Nápoles, Palermo y Milán, con alertas sanitarias por riesgo de golpes de calor.

Además, ambos países han enfrentado protestas ciudadanas por el aumento del coste de vida, la escasez de agua y los problemas de vivienda. En Marsella, Niza y Venecia se produjeron manifestaciones de vecinos contra el turismo masivo, exigiendo límites a los cruceros, regulaciones al alquiler vacacional y medidas de protección medioambiental.

Francia lanzó una campaña para fomentar el turismo de cercanía entre los propios franceses, mientras que Italia ha comenzado a penalizar a quienes incumplen las normativas de preservación del patrimonio urbano, especialmente en zonas como el Coliseo o los canales de Venecia.

Estados Unidos: récords de temperatura y vacaciones políticas

En Estados Unidos, el verano de 2025 ha estado marcado por el clima extremo y la tensión electoral. Ciudades como Phoenix, Las Vegas, Dallas y Sacramento han superado los 46 °C durante varios días consecutivos. En Nueva York y Chicago, las olas de calor han provocado cortes eléctricos, saturación hospitalaria y problemas de transporte.

Los parques nacionales, tradicionalmente muy visitados en verano, han tenido que limitar el acceso debido al riesgo de incendios y la degradación de senderos. En el oeste del país, se intensificaron las sequías, mientras que la costa este sufrió tormentas tropicales que obligaron a evacuar zonas costeras.

A pesar del mal tiempo, el turismo interno ha crecido con fuerza, favorecido por incentivos estatales, rebajas en vuelos y programas de descuentos para familias. Destinos como Florida, California y los Grandes Lagos han vuelto a ser protagonistas.

En el plano político, los partidos ya se encuentran en plena campaña de cara a las elecciones presidenciales de noviembre de 2026. Este verano ha servido para movilizar bases electorales, organizar mítines masivos y lanzar campañas centradas en el cambio climático, la economía y la inmigración.

Japón y Corea del Sur: tecnología, turismo responsable y riesgos climáticos

En Asia Oriental, Japón y Corea del Sur han vivido un verano activo tanto a nivel turístico como tecnológico. Tokio, Osaka, Kioto y Seúl han recibido una oleada de turistas internacionales, muchos de ellos europeos y del sudeste asiático. El atractivo cultural, gastronómico y tecnológico de ambas naciones ha sido clave.

Ambos países han apostado por un modelo turístico más ordenado y sostenible. En Japón, se han introducido restricciones horarias en los templos más visitados, y el gobierno ha incentivado rutas alternativas fuera de las grandes ciudades. En Corea del Sur, los paquetes turísticos incluyen cada vez más actividades ecológicas, como limpieza de playas o visitas a granjas tecnológicas.

Sin embargo, el verano no ha estado exento de desafíos. Japón ha sufrido lluvias torrenciales en el sur del país, provocando inundaciones en Fukuoka y Kumamoto. Corea del Sur registró niveles altos de contaminación del aire durante varias semanas debido a incendios en Siberia y polvo fino del desierto del Gobi.

En ambos casos, el uso de inteligencia artificial para la gestión del turismo y de alertas meteorológicas ha sido fundamental para reducir los impactos de estos fenómenos.

Argentina y Brasil: crisis económicas y esperanza turística

En América del Sur, Argentina y Brasil enfrentan veranos opuestos en términos meteorológicos, ya que están en su temporada invernal. Sin embargo, el hemisferio sur también ha sido escenario de transformaciones relevantes.

En Brasil, el turismo interno ha crecido impulsado por campañas del gobierno que animan a redescubrir el país. Río de Janeiro, Salvador de Bahía y Manaos han sido destinos populares, aunque el país enfrenta graves problemas de deforestación en la Amazonía y conflictos por la gestión de recursos naturales.

En Argentina, la situación económica sigue siendo crítica, con alta inflación y devaluación del peso. A pesar de ello, el país ha vivido un aumento del turismo extranjero, especialmente de visitantes europeos que buscan experiencias culturales y gastronómicas a precios más bajos. Bariloche, Mendoza y Buenos Aires han sido los destinos más buscados.

Ambos países están apostando por mejorar su imagen internacional a través de eventos culturales, festivales de música y acuerdos de cooperación turística con otros países del continente.

Tailandia e Indonesia: la recuperación del turismo y los desafíos medioambientales

El sudeste asiático ha experimentado una verdadera explosión turística este verano. Tailandia, Vietnam, Filipinas e Indonesia han recuperado niveles de visitantes similares a los de antes de la pandemia. Playas como Phuket, Bali y Palawan han vuelto a llenarse de turistas internacionales, especialmente procedentes de China, India y Europa.

Esta recuperación ha traído empleo y movimiento económico, pero también retos en términos de sostenibilidad. En Bali, por ejemplo, se han tenido que cerrar temporalmente algunas playas debido a la acumulación de basura y a la erosión costera. En Tailandia, los parques naturales más visitados han limitado el aforo para proteger la biodiversidad.

Los gobiernos de la región están apostando por el llamado “turismo regenerativo”, que va más allá de la sostenibilidad y busca que los visitantes dejen un impacto positivo en las comunidades locales. Se han popularizado los viajes solidarios, las estancias en pueblos rurales y las actividades de voluntariado ambiental.

Canadá, Noruega y Finlandia: los nuevos destinos climáticos del verano

Ante el aumento de las temperaturas en las zonas tradicionales del sur de Europa y el Caribe, muchos viajeros han comenzado a mirar hacia el norte. Canadá, Noruega y Finlandia han visto crecer el turismo en sus regiones montañosas, lagos, bosques y rutas de senderismo.

El verano suave, con temperaturas agradables de entre 20 y 28 °C, ha sido un reclamo para quienes buscaban escapar del calor abrasador de otras zonas. Además, estos países han promocionado sus paisajes naturales, su tranquilidad y su oferta de ecoturismo.

Sin embargo, el deshielo en zonas del círculo polar ártico y los incendios forestales en Canadá también han marcado la temporada. En este contexto, los gobiernos están intensificando las políticas de adaptación climática y los controles sobre actividades contaminantes.

Conclusión: un verano que une y divide a los países del mundo

El verano de 2025 ha evidenciado que, aunque compartimos un mismo planeta, los impactos del clima, el turismo y la economía se manifiestan de formas muy distintas según el lugar. Mientras unos países se enfrentan a olas de calor y crisis hídricas, otros aprovechan las nuevas tendencias para reposicionarse como destinos más frescos, más sostenibles o más accesibles.

La cuestión es si el mundo aprenderá a cooperar frente a los desafíos comunes o si continuará apostando por modelos cortoplacistas que profundicen las desigualdades. Lo que está claro es que los veranos del futuro no serán como los del pasado: estarán marcados por la adaptación, la innovación y, sobre todo, por la urgencia de cambiar la manera en que vivimos, viajamos y consumimos.

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